El docente señaló en su estudio que la situación de las principales pesquerías es bastante preocupante y analizó su proyección relacionada con el cambio climático.
Recientemente el profesor titular de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Eleuterio Yáñez, dio a conocer un interesante estudio denominado “Un análisis de la situación de las principales pesquerías chilenas y proyecciones con el cambio climático: Un quehacer PUCV”.
En su investigación contextualizó que en el documento “Estado de situación de las principales pesquerías chilenas, año 2019” se reconocen 44 pesquerías definidas para el país (SUBPESCA, 2020); pero, de acuerdo con el Sernapesca (2021), hay un número mucho mayor de recursos explotados.
En este documento se indicó que de las 27 pesquerías con puntos biológicos de referencia (PBR) se declara 1 pesquería sub-explotada, 8 pesquerías en plena explotación, y 14 pesquerías sobreexplotadas y agotadas. “Las cifras hablan por sí solas, aquí tenemos serios problemas”, puntualizó el PhD Eleuterio Yáñez.
Complementó diciendo que “si consideramos solo las pesquerías con licencias transferibles de pesca y con permisos extraordinarios de pesca, se indica 1 pesquería sub-explotada, 7 en plena explotación y 11 sobre-explotadas y agotadas”.
El académico también hizo referencia sobre el reciente informe sobre el estado de situación de las pesquerías en el 2022 que consideró 45 pesquerías principales, de las cuales 24 tienen PBR, 17 sin PBR y 4 en veda con PBR no actualizados (SUBPESCA, 2023). De las 28 con PBR se señalan 4 pesquerías sub-explotadas, 8 en plena explotación, 16 sobreexplotadas y agotadas (4 de éstas en veda).
“Y si se consideran solo las pesquerías con licencias transferibles de pesca y con permisos extraordinarios de pesca, 4 pesquerías están sub-explotadas, 6 en plena explotación y 11 sobre-explotadas y agotadas (4 de las cuales en veda). Aquí se puede apreciar que la situación no cambia sustancialmente”, aseveró el académico.
Eleuterio Yáñez explicó que «en general podemos decir que la situación de nuestras principales pesquerías es bastante preocupante, representando un problema muy serio. Ahora bien, el estado de plena explotación estaría implicando el logro del rendimiento máximo sostenido (RMS), objetivo del manejo en Chile. Sin embargo, el RMS es una seria advertencia que indica que inmediatamente después normalmente pasamos rápidamente a la sobre explotación, siendo entonces una luz roja que indica no sobrepasar».
En este sentido gregó que “la historia ha demostrado que esta medida, impulsada especialmente por biólogos pesqueros de la época, no dio buenos resultados. Los economistas pesqueros propusieron entonces el rendimiento máximo económico (RME), que busca mayores rentabilidades socio-económicas y al mismo tiempo permite una mayor protección de los recursos al capturar menos que el RMS”.
Eleuterio Yáñez realzó que también está el hecho que el cálculo de la condición de equilibrio del RMS fluctúa dentro de un cierto rango de estabilidad, entonces hay un más y un menos. “Fuera de este rango están las condiciones de no equilibrio o desequilibrio, y son preocupantes particularmente aquellas que están por sobre la curva de producción, que implican pescar bastante más de lo permisible”, sostuvo.
El investigador además indicó que los efectos de las presiones por aumentos de las capturas por sobre las totales permisibles, los sub-reportes y los descartes deben también estar jugando un papel en el delicado estado de la situación de los recursos pesqueros del país y el consecuente efecto sobre los ecosistemas donde estos viven, “cuyos costos deben ser evaluados y asumidos por los usuarios. A todo esto, hay que agregar el rol que estaría jugando el cambio climático en la distribución y abundancia de los recursos acuáticos”, indicó Yáñez.
Pesquerías pelágicas, variabilidad climática y cambio climático
En efecto, el académico indicó que con el escenario del cambio climático A2 (método Delta) se estima que en la zona norte de Chile la temperatura superficial del mar (TSM) aumentaría en 1,5 °C – 2 °C hasta el 2065, no modificándose mayormente las capturas de anchoveta; mientras que las capturas de sardina aumentarían alrededor del 21%.
Sin embargo, en una investigación previa de Yáñez se estimó una disminución de captura de anchoveta en la zona norte de Chile de 33% – 39% entre el 2010 y el 2100, para escenarios moderado y fuerte respectivamente.
Para el centro-sur de Chile, con los escenarios del cambio climático A2 (método Delta) y 4×CO2 (modelo ROM), se estimó que en la zona de pesca costera de anchoveta y sardina común (Strangomera bentincki), y en la zona de pesca más oceánica de jurel (Trachurus murphyi), la TSM aumentaría en 0,58 °C – 1,59 °C y en 0,62 °C – 2,51 °C hasta el 2065, respectivamente.
“Con la proyección del cambio climático A2 los desembarques de anchoveta y sardina común disminuirían, y los de jurel aumentarían levemente. En tanto que con el escenario 4×CO2 del cambio climático se estiman considerables aumentos en los desembarcos de jurel”, aseguró Yáñez.
Según el investigador “el aumento de las capturas de jurel se debería a una distribución más al sur y más cerca de la costa, aumentando su disponibilidad frente a Chile y no necesariamente su abundancia. Este mismo patrón se estima para el pez espada, al mismo tiempo que una notable disminución del índice de abundancia CPUE de sardina común (Silva et al., 2015)”.
“En efecto, el calentamiento generalizado de la TSM de hasta 2 °C al 2065, muestra pérdida de hábitat del pez espada y su acercamiento a la costa con valores positivos de CPUE, particularmente al sur de Coquimbo; al mismo tiempo, este calentamiento produciría una notable pérdida de hábitat de la sardina común en toda su área de distribución. Más recientemente se proyectaron los desembarques chilenos de pez espada al 2065, considerando los escenarios A2 y 4xCO2, estimándose un aumento de hasta 24%”, detalló el académico.
En el estudio también se analizó el índice adecuado del hábitat (IAH) con información sobre distribución de huevos, desembarques, esfuerzo de pesca e índice de abundancia CPUE; e información satelital de TSM, concentración de clorofila, vientos y altura del mar. Con estos datos se generan mapas del hábitat esencial de los recursos, y luego se elaboran modelos conceptuales y predictivos asociados al cambio climático regionalizado.
“Es así como Silva et al. (2016) estiman una notable disminución del IAH de anchoveta del norte y sur de Chile al 2065, considerando las proyecciones de los escenarios A2 y 4xCO2. Por otra parte, modelos de predicción al 2050, forzados por cambios ambientales según lo proyectado por el IPCC bajo los escenarios RPC, muestran notables perdidas de hábitat para la anchoveta del centro sur del país (Silva et al., 2019)”, especificó el docente.
Añadió que “que esta notable perdida del hábitat de anchoveta en el centro sur del país al 2065 fue señalada previamente; en tanto que el hábitat del jurel se vería favorecido a lo largo de la costa chilena, no obstante la pérdida del hábitat de sus huevos al norte de los 35°S. Este aumento del IHA de adultos podría implicar un acercamiento del jurel a las costas de Chile haciéndolo más disponible y no necesariamente más abundante”.
Algunas consideraciones
En el estudio se concluye que el pez espada (Xiphias gladius) se acercaría más a la costa en la medida que se vaya desarrollando el cambio climático. El cambio climático haría que el jurel (Trachurus murphyi) también se acerque más a la costa haciéndolo más disponible. La anchoveta (Engraulis ringens) mostraría una perdida notable del hábitat deseable, lo mismo que sucedería con la sardina común (Strangomera bentinki).
Finalmente, el académico expresó que “se requiere afinar la regionalización del cambio climático, considerar su efecto en el ciclo de vida de estas y otras especies como las demersales, y desarrollar un programa regional de investigación transdisciplinario que favorezca el manejo con enfoque ecosistemico y precautorio (Yáñez, 2019; Yáñez et al., 2022)”.
Culminó enfatizando que “esto implica el diseño de una clara política pesquera, del desarrollo de programas de investigación de mediano y largo plazo, de un efectivo manejo con enfoque ecosistémico y precautorio, mencionado en la Ley de Pesca y Acuicultura de 2013, de un control bastante más fortalecido considerando la cogestión, y la inclusión formal de estos temas en la formación de pre y postgrado”.
FotografíaS: PUCV
Fuente: AQUA