DECLARACION PÚBLICA
SOCIEDAD CHILENA DE CIENCIAS DEL MAR
Proyecto de Nuevo Ministerio de Agricultura, Alimentos y Desarrollo Rural
Frente al anuncio del Gobierno de crear el Ministerio de Agricultura, Alimentos y Desarrollo Rural (Mensaje N° 576-367), incorporando a la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura (SUBPESCA) y entes asociados, la Sociedad Chilena de Ciencias del Mar (SCHCM) estima la necesidad de pronunciarse sobre el particular, desde el punto de vista de sus competencias.
En primer lugar expresamos nuestra extrañeza por la suma urgencia con la cual la propuesta fue presentada a la Comisión de Agricultura de la Cámara de Diputados, teniendo en cuenta la importancia de la iniciativa y la poca participación en la discusión de sectores directamente afectados como, por ejemplo, gremios de pescadores y de acuicultores, o instituciones como SUBPESCA, SERNAPESCA e IFOP, o incluso la propia Comisión de Pesca y Acuicultura de la Cámara de Diputados. Si bien es cierto la suma urgencia fue retirada por parte del ejecutivo, con el compromiso de iniciar un proceso consultivo para mejorar el proyecto, si fue aprobada la idea de legislar. Ante esta situación, queda la pregunta de si es el mejor momento de iniciar la discusión de esta Ley, dada la grave situación nacional y mundial asociada a la pandemia que nos aflige, además del estallido social en nuestro país. Claramente las prioridades sociales son otras y a nuestro entender de mayor atingencia, pues los próximos meses serán muy delicados en relación con la seguridad alimentaria. Es necesario que los encargados de la producción, distribución y fiscalización de alimentos puedan concentrarse en esa actividad, y no involucrarse en una discusión muy importante en el futuro próximo, pero perturbadora en este momento.
Creemos que son muchas las dudas que este proyecto genera y estimamos que no ha sido adecuadamente formulado ni racionalmente estructurado. Si queremos una sólida institucionalidad referida a Pesca y Acuicultura, esta debe discutirse ampliamente y por todos los actores involucrados. Sin ningún tipo de exclusiones, debemos tener el tiempo suficiente para un análisis crítico y profundo de esta propuesta, de modo que los aportes sean profundamente discutidos y basados en “la mejor información disponible”.
Dicho esto y con el afán de aportar a la discusión, como Sociedad Chilena de Ciencias del Mar, corporación privada sin fines de lucro que agrupa a una fracción importante de actores académicos y profesionales de las ciencias del mar del país, nos sentimos en la obligación de entregar algunos aspectos, directrices y alcances que ayuden a reforzar la mirada desde aquellos que creemos en el mar como un eje primordial del desarrollo económico y social de nuestro país.
En primer lugar, creemos importante relevar la importancia de la actividad pesquera y acuícola del país, la que amerita sin duda que figure al menos en el nombre del nuevo ministerio. Hay ejemplos donde esto se ha hecho, por ejemplo, en España donde el ministerio se denomina “Agricultura, Pesca y Alimentación” o en Japón donde este se denomina “Agricultura, Silvicultura y Pesca”. Al considerar este cambio, estamos evidenciando la importancia que como país le damos a esta actividad económica, lo cual incluso se acopla mejor al proyecto en cuestión, pues en su organigrama involucra la existencia de dos subsecretarias, una de Agricultura, Alimentos y Desarrollo Social, y otra de Pesca y Acuicultura. No obstante, esta propuesta podría no ser la única solución, también están las alternativas de crear un Ministerio del Mar o un Ministerio de Pesca, Acuicultura y Manejo de la Zona Costera.
En segundo lugar, se plantea la promoción de un sistema agroalimentario, pesquero, acuícola y forestal competitivo y sostenible, comprometido socialmente, que sea base del desarrollo regional y rural. Sin embargo, en el proyecto se consideran solo las dos Subsecretarias antes mencionadas. Estimamos que debería haber al menos tres Subsecretarías, una de Agricultura, otra de Pesca y Acuicultura, y otra Forestal. El desarrollo rural cruza todas estas actividades, por lo que se debería considerar una institucionalidad propia enfocada en este desafío, o cuidar muy bien que ese tema sea más transversal en las tres subsecretarías.
Adicionalmente, se plantea que el mundo rural requiere de una nueva visión y coordinación de políticas sectoriales. También se indica que el rol del nuevo Ministerio en el desarrollo rural requiere de un trabajo interministerial, cuyo foco se centre en la mejora del acceso a la salud, educación, capacitación, conectividad y vivienda; entre otros. Esto se estima muy deseable, pero debe establecerse con claridad el mecanismo que se implementará para lograrlo; también se debe incluir en este mecanismo el desarrollo de las formas de vida de los pescadores artesanales y acuicultores de pequeña escala.
A nivel más específico, es importante que la Institucionalidad de Pesca y Acuicultura dependa de un Ministerio que recoja los intereses nacionales de este ambiente, que supera en superficie a Chile Continental y que es fuente, a condición de ser bien administradas y manejadas, de innumerables riquezas naturales renovables que claman por sustentabilidad. Además está la actividad acuícola, que debe tener un definido impulso para no quedarnos prácticamente solo en salmonicultura y entrar de lleno en el Desarrollo de la Acuicultura en Chile. Dicha institucionalidad también es deseable, para no “atomizar” al sector pesquero y acuícola, y aseguraría que las decisiones que se tomen lo sean por autoridades idóneas y que obedezcan a la sustentabilidad de los recursos.
No nos cerramos a discutir las posibilidades de otras propuestas, como las mencionadas anteriormente. No obstante, el proponer devolver la Pesca y la Acuicultura a la vecindad de la Agricultura se reconoce que son actividades que comparten la producción de recursos naturales renovables, que deben velar más por su sustentabilidad, más que por su crecimiento en forma indefinida como se dejó entender en Economía. Necesariamente la productividad natural es finita y debe ser administrada para que no se exceda en términos de captura/cosecha. Por eso el “volver a casa” debe asegurarnos el desarrollo propio y necesario para afrontar los tiempos que vienen, con la debida modernización de nuestro sistema. Esta modernización ante el escenario actual y el de post – pandemia, requerirá la optimización de la producción de alimentos, pero sin implicar una relajación en las regulaciones que aseguren una producción sustentable, no solo en lo económico sino también en lo ambiental, como es el caso, por ejemplo, de la acuicultura intensiva.
La situación originada por la pandemia obliga a fijar prioridades a la luz de la agudización de la crisis sanitaria y la potencial crisis alimentaria. Estos son los problemas que hoy ameritan suma urgencia y no debemos perder el foco en otras cosas menos trascendentes.
A la luz de este proyecto parece que en la mente del Ejecutivo la Actividad Pesquera y Acuícola se restringe a lo que es la Subsecretaria de Pesca y Acuicultura (SUBPESCA). Pero la institucionalidad tiene varios paralelos. Así están las dos subsecretarías (SUBAGRI, SUBPESCA), los servicios (SAG, SERNAPESCA), los institutos enfocados en el mundo rural (INDAP, INDEPESCA), y los institutos de investigación (INIA, IFOP). Es importante recoger bien esta institucionalidad que coincide, pero que radicada en ministerios diferentes será necesariamente burocrática y poco funcional. De igual manera, es importante incluir bajo la misma mirada al sector forestal.
Los temas mencionados revelan que lo que se plantea es un tema muy complejo. Se trata de ámbitos productivos muy importantes para el desarrollo del país, pero por sobre todo para la seguridad alimentaria. El proyecto debe recoger esa complejidad y eso necesita una buena discusión, con amplia participación de los sectores involucrados. Primero evidenciar esa complejidad, para que luego la institucionalidad no rompa equilibrios que se han ido construyendo con el tiempo, entre la administración pública y el diverso mundo privado, a todo nivel, que trabaja y produce en todo ese amplio campo.
Sólo se dieron algunos ejemplos de temas a considerar. En lo esencial nos tranquiliza el que se le haya quitado la suma urgencia al proyecto, lo que permitirá organizar, cuando las condiciones lo permitan, un amplio proceso democrático, participativo y debidamente informado, con los tiempos necesarios para que el resultado sea sustentable y sostenido en el tiempo.
En resumen, la decisión de cambiar la Subsecretaria de Pesca y Acuicultura la apoyaremos cuando tengamos la posibilidad de revisar (y contribuir con) una propuesta que precise las formas que aseguren un funcionamiento moderno para afrontar el futuro. Al respecto debemos asegurarnos de ver:
Como equilibramos el bienestar de la naturaleza y sus recursos, con el bienestar socio-económico: se puede pescar/cosechar menos, y ganar más en lo socio-económico y en la protección de los recursos y su entorno.
Como aseguramos de una administración con especialistas en manejo de recursos naturales del más alto nivel y organizados frente a un propósito, cual es la sustentabilidad de las actividades productivas.
Como asegurarnos de una investigación que dé cuenta de los desafíos de la Ley de Pesca y Acuicultura, que considera en el manejo el enfoque ecosistémico y precautorio, que rol cumplirá IFOP, INDEPESCA, FIPA, Institutos y el mundo académico albergado en las Universidades.
Como logramos un sistema de control que minimice los graves daños que producen el descarte, el sub-reporte, el mal trato de las capturas, la mala comercialización nacional, entre otros (revisar el funcionamiento de SERNAPESCA), permitiendo la recuperación de recursos sobreexplotados y agotados.
Como afianzamos una relación internacional más horizontal. Si somos reconocidos internacionalmente como un país pesquero y cultivador de salmones, debemos también ser reconocidos por los enfoques de manejo, la investigación y el control sobre nuestros sistemas pesqueros y acuícolas; sin dejar de considerar que debemos aportar a la seguridad alimentaria en tiempos de post pandemia agravándose aún más por el cambio climático.