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En nombre propio y de la comunidad de la Facultad de Ciencias del Mar y de Recursos Naturales, queremos expresar nuestro profundo pesar por el sensible fallecimiento de nuestro ex Profesor LUIS ÁNGEL RAMORINO MESCHI, ocurrido el día de ayer en la ciudad de Santiago.

El Prof. Ramorino trabajó por más de 40 años en actividades de docencia, investigación y extensión de la carrera de Biología Marina, y contribuyó, a través de su cátedra, laboratorio, investigaciones y publicaciones, a potenciar el desarrollo de las ciencias del mar, tanto a nivel nacional como internacional. Fue formador de muchos y muchas profesionales en Biología Marina, y muy apreciado y respetado por sus estudiantes, por sus pares y funcionarios (as), acogiéndose a retiro en 2008.

El Prof. Ramorino ocupó la dirección del Departamento de Oceanología desde 1975 a 1978, e Instituto de Oceanología en los años 1982 a 1986, actual Facultad de Ciencias del Mar y de Recursos Naturales de la Universidad de Valparaíso.

Se adjunta una breve reseña histórica, escrita por quien le sucediera en el cargo de Director de la Escuela de Biología Marina, el Prof. Pablo Muñoz Salazar.

Queremos expresar nuestras más sentidas condolencias a su familia, y a quienes fueron sus colegas y compañeros de labores. Agradecemos a nuestra socia @pilarmunozmuga por compartir esta lamentable noticia de pérdida del Profesor Luis Ramorino. 

DECLARACION PÚBLICA

SOCIEDAD CHILENA DE CIENCIAS DEL MAR

Proyecto de Nuevo Ministerio de Agricultura, Alimentos y Desarrollo Rural

Frente al anuncio del Gobierno de crear el Ministerio de Agricultura, Alimentos y Desarrollo Rural (Mensaje N° 576-367), incorporando a la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura (SUBPESCA) y entes asociados, la Sociedad Chilena de Ciencias del Mar (SCHCM) estima la necesidad de pronunciarse sobre el particular, desde el punto de vista de sus competencias.

En primer lugar expresamos nuestra extrañeza por la suma urgencia con la cual la propuesta fue presentada a la Comisión de Agricultura de la Cámara de Diputados, teniendo en cuenta la importancia de la iniciativa y la poca participación en la discusión de sectores directamente afectados como, por ejemplo, gremios de pescadores y de acuicultores, o instituciones como SUBPESCA, SERNAPESCA e IFOP, o incluso la propia Comisión de Pesca y Acuicultura de la Cámara de Diputados. Si bien es cierto la suma urgencia fue retirada por parte del ejecutivo, con el compromiso de iniciar un proceso consultivo para mejorar el proyecto, si fue aprobada la idea de legislar. Ante esta situación, queda la pregunta de si es el mejor momento de iniciar la discusión de esta Ley, dada la grave situación nacional y mundial asociada a la pandemia que nos aflige, además del estallido social en nuestro país. Claramente las prioridades sociales son otras y a nuestro entender de mayor atingencia, pues los próximos meses serán muy delicados en relación con la seguridad alimentaria. Es necesario que los encargados de la producción, distribución y fiscalización de alimentos puedan concentrarse en esa actividad, y no involucrarse en una discusión muy importante en el futuro próximo, pero perturbadora en este momento. 

Creemos que son muchas las dudas que este proyecto genera y estimamos que no ha sido adecuadamente formulado ni racionalmente estructurado. Si queremos una sólida institucionalidad referida a Pesca y Acuicultura, esta debe discutirse ampliamente y por todos los actores involucrados. Sin ningún tipo de exclusiones, debemos tener el tiempo suficiente para un análisis crítico y profundo de esta propuesta, de modo que los aportes sean profundamente discutidos y basados en “la mejor información disponible”. 

Dicho esto y con el afán de aportar a la discusión, como Sociedad Chilena de Ciencias del Mar, corporación privada sin fines de lucro que agrupa a una fracción importante de actores académicos y profesionales de las ciencias del mar del país, nos sentimos en la obligación de entregar algunos aspectos, directrices y alcances que ayuden a reforzar la mirada desde aquellos que creemos en el mar como un eje primordial del desarrollo económico y social de nuestro país.

En primer lugar, creemos importante relevar la importancia de la actividad pesquera y acuícola del país, la que amerita sin duda que figure al menos en el nombre del nuevo ministerio. Hay ejemplos donde esto se ha hecho, por ejemplo, en España donde el ministerio se denomina “Agricultura, Pesca y Alimentación” o en Japón donde este se denomina “Agricultura, Silvicultura y Pesca”.  Al considerar este cambio, estamos evidenciando la importancia que como país le damos a esta actividad económica, lo cual incluso se acopla mejor al proyecto en cuestión, pues en su organigrama involucra la existencia de dos subsecretarias, una de Agricultura, Alimentos y Desarrollo Social, y otra de Pesca y Acuicultura. No obstante, esta propuesta podría no ser la única solución, también están las alternativas de crear un Ministerio del Mar o un Ministerio de Pesca, Acuicultura y Manejo de la Zona Costera.

En segundo lugar, se plantea la promoción de un sistema agroalimentario, pesquero, acuícola y forestal competitivo y sostenible, comprometido socialmente, que sea base del desarrollo regional y rural. Sin embargo, en el proyecto se consideran solo las dos Subsecretarias antes mencionadas. Estimamos que debería haber al menos tres Subsecretarías, una de Agricultura, otra de Pesca y Acuicultura, y otra Forestal. El desarrollo rural cruza todas estas actividades, por lo que se debería considerar una institucionalidad propia enfocada en este desafío, o cuidar muy bien que ese tema sea más transversal en las tres subsecretarías.  

Adicionalmente, se plantea que el mundo rural requiere de una nueva visión y coordinación de políticas sectoriales. También se indica que el rol del nuevo Ministerio en el desarrollo rural requiere de un trabajo interministerial, cuyo foco se centre en la mejora del acceso a la salud, educación, capacitación, conectividad y vivienda; entre otros. Esto se estima muy deseable, pero debe establecerse con claridad el mecanismo que se implementará para lograrlo; también se debe incluir en este mecanismo el desarrollo de las formas de vida de los pescadores artesanales y acuicultores de pequeña escala.    

A nivel más específico, es importante que la Institucionalidad de Pesca y Acuicultura dependa de un Ministerio que recoja los intereses nacionales de este ambiente, que supera en superficie a Chile Continental y que es fuente, a condición de ser bien administradas y manejadas, de innumerables riquezas naturales renovables que claman por sustentabilidad. Además está la actividad acuícola, que debe tener un definido impulso para no quedarnos prácticamente solo en salmonicultura y entrar de lleno en el Desarrollo de la Acuicultura en Chile. Dicha institucionalidad también es deseable, para no “atomizar” al sector pesquero y acuícola, y aseguraría que las decisiones que se tomen lo sean por autoridades idóneas y que obedezcan a la sustentabilidad de los recursos.

No nos cerramos a discutir las posibilidades de otras propuestas, como las mencionadas anteriormente. No obstante, el proponer devolver la Pesca y la Acuicultura a la vecindad de la Agricultura se reconoce que son actividades que comparten la producción de recursos naturales renovables, que deben velar más por su sustentabilidad, más que por su crecimiento en forma indefinida como se dejó entender en Economía.  Necesariamente la productividad natural es finita y debe ser administrada para que no se exceda en términos de captura/cosecha.  Por eso el “volver a casa” debe asegurarnos el desarrollo propio y necesario para afrontar los tiempos que vienen, con la debida modernización de nuestro sistema. Esta modernización ante el escenario actual y el de post – pandemia, requerirá la optimización de la producción de alimentos, pero sin implicar una relajación en las regulaciones que aseguren una producción sustentable, no solo en lo económico sino también en lo ambiental, como es el caso, por ejemplo, de la acuicultura intensiva.

La situación originada por la pandemia obliga a fijar prioridades a la luz de la agudización de la crisis sanitaria y la potencial crisis alimentaria. Estos son los problemas que hoy ameritan suma urgencia y no debemos perder el foco en otras cosas menos trascendentes. 

A la luz de este proyecto parece que en la mente del Ejecutivo la Actividad Pesquera y Acuícola se restringe a lo que es la Subsecretaria de Pesca y Acuicultura (SUBPESCA). Pero la institucionalidad tiene varios paralelos. Así están las dos subsecretarías (SUBAGRI, SUBPESCA), los servicios (SAG, SERNAPESCA), los institutos enfocados en el mundo rural (INDAP, INDEPESCA), y los institutos de investigación (INIA, IFOP).  Es importante recoger bien esta institucionalidad que coincide, pero que radicada en ministerios diferentes será necesariamente burocrática y poco funcional. De igual manera, es importante incluir bajo la misma mirada al sector forestal. 

Los temas mencionados revelan que lo que se plantea es un tema muy complejo.  Se trata de ámbitos productivos muy importantes para el desarrollo del país, pero por sobre todo para la seguridad alimentaria. El proyecto debe recoger esa complejidad y eso necesita una buena discusión, con amplia participación de los sectores involucrados. Primero evidenciar esa complejidad, para que luego la institucionalidad no rompa equilibrios que se han ido construyendo con el tiempo, entre la administración pública y el diverso mundo privado, a todo nivel, que trabaja y produce en todo ese amplio campo.    

Sólo se dieron algunos ejemplos de temas a considerar. En lo esencial nos tranquiliza el que se le haya quitado la suma urgencia al proyecto, lo que permitirá organizar, cuando las condiciones lo permitan, un amplio proceso democrático, participativo y debidamente informado, con los tiempos necesarios para que el resultado sea sustentable y sostenido en el tiempo.

En resumen, la decisión de cambiar la Subsecretaria de Pesca y Acuicultura la apoyaremos cuando tengamos la posibilidad de revisar (y contribuir con) una propuesta que precise las formas que aseguren un funcionamiento moderno para afrontar el futuro. Al respecto debemos asegurarnos de ver: 

Como equilibramos el bienestar de la naturaleza y sus recursos, con el bienestar socio-económico: se puede pescar/cosechar menos, y ganar más en lo socio-económico y en la protección de los recursos y su entorno. 

Como aseguramos de una administración con especialistas en manejo de recursos naturales del más alto nivel y organizados frente a un propósito, cual es la sustentabilidad de las actividades productivas.

Como asegurarnos de una investigación que dé cuenta de los desafíos de la Ley de Pesca   y Acuicultura, que considera en el manejo el enfoque ecosistémico y precautorio, que rol cumplirá IFOP, INDEPESCA, FIPA, Institutos y el mundo académico albergado en las Universidades.

Como logramos un sistema de control que minimice los graves daños que producen el descarte, el sub-reporte, el mal trato de las capturas, la mala comercialización nacional, entre otros (revisar el funcionamiento de SERNAPESCA), permitiendo la recuperación de recursos sobreexplotados y agotados. 

 

Como afianzamos una relación internacional más horizontal. Si somos reconocidos internacionalmente como un país pesquero y cultivador de salmones, debemos también ser reconocidos por los enfoques de manejo, la investigación y el control sobre nuestros sistemas pesqueros y acuícolas; sin dejar de considerar que debemos aportar a la seguridad alimentaria en tiempos de post pandemia agravándose aún más por el cambio climático. 

Martes, 15 Marzo 2022 13:23

COP25: quedamos igual

CIPERCHILE.CL. 16.12.2019

Por José Luis Iriarte

 

TEMAS: Acuerdo de París, COP25, Crisis Climática, Medio Ambiente

 

El autor de esta columna es oceanógrafo y el 9 de diciembre presentó en la COP25 la ponencia “Patagonia y Antártica: el Océano Austral bajo amenaza”. Decepcionado de la oportunidad perdida en ese encuentro que presidía Chile, explica en qué temas urgentes no hubo avance. Reconoce la falta capacidad política chilena para generar acuerdos y para recoger el trabajo científico nacional, pero remarca que este es un fracaso de todos los países. ¿Los únicos ganadores? “Los grandes contaminantes, que continuarán actuando bajo el escenario de Business as usual“.

En abril de este año, cuando el recién creado Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de Chile diseñó siete ejes temáticos para la COP25, la cumbre medioambiental de la Organización de Naciones Unidas (ONU), más de 600 científicos comenzamos a participar en las mesas de trabajo.

Durante ocho meses se realizaron talleres que tuvieron como propósito elaborar reportes de la comunidad científica respecto de acciones de mitigación, adaptación y gobernanza en torno al cambio climático para que el gobierno chileno las considerara como recomendaciones en la cumbre. Cuando aún se trabajaba en este informe, el estallido social en Chile obligó a cambiar la sede de la COP25 y rápidamente España se ofreció para acogerla.

En Madrid, llamó la atención el nivel de organización y logística que logró implementarse en menos de un mes, para desarrollar este encuentro internacional que congregó a más de 20 mil personas de diversos países. La primera semana estuvo marcada por la gran cantidad de eventos paralelos, donde destacaron paneles científicos en conjunto con actividades organizadas por ONG’s, movimientos de jóvenes y pueblos originarios, entre otros representantes de la sociedad civil.

“Uno de los temas críticos en los que no se pudo avanzar fue en el Artículo 6 del Acuerdo de París, que contempla la regulación del mercado de carbono. Esto significa que seguirán prevaleciendo las políticas internas de las naciones por sobre un consenso y la implementación de fuertes reglas a escala global”.

Cuando el gobierno chileno tomó el liderazgo de la cumbre, anunció que el sello sería “Blue COP”, lo que en la teoría implicaba dar especial relevancia a los océanos. En la conferencia, los paneles de discusión de las Zonas Verde y Azul transmitimos la importancia tanto de la criósfera, como de los ambientes oceánicos de la Patagonia y Antártica. Sobre la base de nuestras investigaciones en las últimas décadas, el mensaje que intentemos transmitir es que los océanos son sistemas que deben ser considerados como parte de los planes de mitigación. Ellos nos están ayudando a través de la fotosíntesis y, por tanto, actúan como sistemas de soporte, amortiguador ante el incremento del CO2 antropogénico.

Desde la vereda de la oceanografía, había grandes expectativas de lograr que se diera protección a algún porcentaje de áreas marinas y su biodiversidad en regiones que ya sabemos son las más vulnerables.

Pero esto no ocurrió.

En los últimos dos días de la COP25, donde las partes discutían las directrices más ambiciosas de acción climática para los siguientes años, no se visualizó una fuerte conexión entre los tomadores de decisiones de Chile y la evidencia científica recopilada. Las negociaciones y el resultado final tampoco reflejaron los esfuerzos de todos los ciudadanos que viajaron y participaron en la cumbre. Indudablemente, la articulación entre los documentos técnicos elaborados por la comunidad científica y los negociadores fue débil, lo que valió fuertes críticas a la presidencia de la COP25.

“La comunidad internacional perdió un momento clave de mostrar un incremento en las ambiciones sobre mitigación y adaptación para combatir la crisis climática, especialmente para los países menos desarrollados y, por lo tanto, más vulnerables al cambio climático”.

Uno de los temas críticos para hacer frente la urgencia climática, en los que no se pudo avanzar, fue en el Artículo 6 del Acuerdo de París, que contempla la regulación del mercado de carbono. En términos simples, esto significa que seguirán prevaleciendo las políticas internas de las naciones por sobre un consenso y la implementación de fuertes reglas a escala global. Por ahora, los Estados presentan planes de recorte de emisiones de carbono, pero al no estar los principales emisores (China, Rusia, Brasil, India y Estados Unidos), el manejo del incremento de temperatura global será insuficiente.

Un segundo punto clave se relacionó con la falta de clarificación respecto de los mecanismos de financiamiento para los planes de mitigación y adaptación principalmente por los países sub-desarrollados y en desarrollo. Aquí la evidencia científica es clara: los dos últimos reportes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) sobre Tierra y Océanos indican que las regiones más en riesgo son aquellas más vulnerables en términos económicos. Por lo tanto, sus mecanismos presupuestarios para combatir la problemática son aún inciertos.

¿Cuáles serán las acciones de adaptación para países sub-desarrollados y en desarrollo bajo un sistema sustentable? ¿En qué consistirán las políticas de ayuda financiera respecto de procesos sociales como las migraciones o los Derechos Humanos en la adaptación frente al cambio climático? Estas interrogantes no se pudieron desarrollar ni finalizar con acciones ambiciosas durante la COP25.

“En los últimos dos días de la COP25, donde las partes discutían las directrices más ambiciosas de acción climática para los siguientes años, no se visualizó una fuerte conexión entre los tomadores de decisiones de Chile y la evidencia científica recopilada. Las negociaciones y el resultado final tampoco reflejaron los esfuerzos de todos los ciudadanos que viajaron y participaron en la cumbre”.

Las negociaciones de Chile no recogieron el espíritu del Acuerdo de París y, por lo tanto, no pudieron alcanzar un trabajo estratégico con los países desarrollados para presentar planes y acciones severas y urgentes.  La comunidad internacional perdió un momento clave de mostrar un incremento en las ambiciones sobre mitigación y adaptación para combatir la crisis climática, especialmente para los países menos desarrollados y, por lo tanto, más vulnerables al cambio climático.

Lo hemos dicho de varias maneras: la evidencia científica es contundente e irrefutable. No se entiende cómo en esta oportunidad los gobiernos (195 países) no llegaron a compromisos de acciones potentes para seguir avanzando. Los grandes contaminantes continuarán actuando bajo el escenario de Business as usual y, por lo tanto, seguirán siendo los responsables de las mayores emisiones de CO2. Por su parte, Chile liderando la COP25 fue débil en su intento por convencer a estas grandes potencias de incorporarse al Artículo 6 del Acuerdo de Paris. El fracaso es de todos los gobiernos y en ese sentido, los hechos le dan la razón a la joven activista Greta Thunberg quien declaró en Madrid: “Llevamos un año marchando y no hemos avanzado nada”.

A pesar de todos los esfuerzos realizados por la comunidad científica encabezada por los ministerios de Ciencia y Medioambiente, el resultado final demuestra la inexperiencia del gobierno en liderar procesos político-ambientales a escala mundial. Pese a esta “decepción”, el proceso aún no finaliza. Cada uno de los siete reportes que se elaboraron, deben ser considerados en los análisis para desarrollar futuras políticas públicas respetuosas con el medioambiente y nuestra gente.

Este artículo es parte del proyecto CIPER/Académico, una iniciativa de CIPER que busca ser un puente entre la academia y el debate público, cumpliendo con uno de los objetivos fundacionales que inspiran a nuestro medio.

CIPER/Académico es un espacio abierto a toda aquella investigación académica nacional e internacional que busca enriquecer la discusión sobre la realidad social y económica.

Hasta el momento, CIPER/Académico recibe aportes de tres centros de estudios: el Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES), el Centro de Estudios Interculturales e Indígenas (CIIR) y el Instituto Milenio Fundamentos de los Datos (IMFD). Estos aportes no condicionan la libertad editorial de CIPER.

Estimado(a) socio(a):

Como es de su conocimiento, la Sociedad Chilena de Ciencias del Mar, desde 2010 entrega anualmente el Premio “Honor in Scientia Marina” a un socio(a) que haya tenido una clara y destacada participación en las actividades de la Sociedad, en su misión de fomentar y promover el desarrollo de las Ciencias del Mar en Chile.

Dando cumplimiento a este objetivo, el Directorio de esta Sociedad convoca a los(as) socios(as) para nominar candidatos/as a este Premio para el presente año, de acuerdo a las bases y protocolo que se adjuntan a esta convocatoria.

Considerando que este reconocimiento será entregado en la Ceremonia Inaugural del XL Congreso de Ciencias del Mar, co-organizado con la Universidad de Magallanes, a efectuarse entre el 25 y 29 de mayo de 2020, el cierre de la recepción de las propuestas de candidatos/as será el martes 31 de enero de 2020. Las propuestas, junto con la documentación de apoyo en formato PDF, deberán ser enviadas al Secretario del Directorio, Sr. Pedro Vergara (Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.).

Martes, 15 Marzo 2022 13:22

CURSO PRE Y POSTGRADO INTERNACIONAL

EVO-DEVO IN ASCIDIANS AND OTHER CLONAL MARINE DEUTEROSTOMES: DEVELOPMENTAL GENES, STEM CELLS, REGENERATION

(PROYECTO SPRINT 4/2017- GRANT 2018/50017-0)

(FAPESP UNIV. SAO PAULO, USP-UNIVERSIDAD DE MAGALLANES, UMAG)

 

Entre el 9 y el 12 de diciembre

Proceso de Inscripción entre el 25 y 29 de noviembre (vía on line)

Lugar: Facultad de Ciencias Universidad de Magallanes e Instituto de la Patagonia

Organizan: Universidad de Magallanes - Universidad de Sao Paulo

2-13 diciembre 2019 

Centro Cultural Tío Lalo Parra, Cerrillos

Conversatorio con la Sociedad Chilena de Ciencias del Mar 

Nombre: Cambio climático y sus efectos sobre la pesca y la acuicultura: ¿cómo puede contribuir la investigación a  la resiliencia del sector? 

Objetivo: Resaltar la importancia de la pesca y la acuicultura, como generador de bienes y servicios para la sociedad, y las necesidades de investigación para el diseño de estrategias de adaptación al cambio climático.

Justificación: El océano está siendo seriamente amenazado por el cambio climático y otros efectos antrópicos, y es fundamental abordar los requerimientos de conocimiento y transferencia del mismo para mejorar las capacidades de adaptación al cambio climático en pesca y acuicultura. La adaptación es fundamental, especialmente para aquellos países y territorios que tiene alta dependencia de la pesca y la acuicultura, como es el caso de Chile. En el marco de los objetivos de desarrollo sostenible N° 14 de la Agenda 2030, ello se vuelve prioritario, considerando que es muy probable que el mar juegue un papel fundamental, generando proteínas para sostener la demanda de la creciente población humana, como un ecosistema que puede moderar el cambio climático y como un ecosistema que provee bienes y servicios para el desarrollo. Para esto se requiere generar conocimiento científico, identificar brechas críticas y fortalecer las redes y la cooperación internacional para la investigación orientada a la adaptación, con especial atención a las necesidad locales presentes y futuras. 

Estrategia: Cuatro presentaciones cortas de científicos nacionales, seguido de un panel de discusión acerca de cómo acelerar la generación de conocimiento y su transferencia para alimentar políticas publicas adaptativas en pesca y acuicultura.

Público objetivo: Representantes de organizaciones de la sociedad civil, usuarios, académicos y representantes del sector público y privado interesados en el devenir de la pesca y la acuicultura como motores de alimento sano y desarrollo sustentable. 

Lugar: Auditorio, Centro Cultural Tío Lalo Parra, Cerrillos.

Institución Responsable: Sociedad Chilena de Ciencias del Mar (SCHCM)

 

PROGRAMA

Moderadora: María Ángela Barbieri (PUCV)

16:30 - 17:15 horas. Presentaciones de 10 minutos 

Bienvenida: Laura Farías (Coordinadora Tema Océanos COP25)

Doris Soto (INCAR, UDEC): Evaluando vulnerabilidad de la acuicultura para generar resiliencia.

Nelson Lagos (MUSELS, UST): Cerrando la brecha entre las estrategias de adaptación frente a los impactos del cambio climático y la industria de la acuicultura de moluscos en Chile.

Claudio Silva (PUCV): Sistemas de información del océano para incrementar la capacidad de adaptación en pesca y acuicultura. 

Mario Acevedo (SUBPESCA): Fortalecimiento de la capacidad de adaptación en el sector

Pesquero y acuícola chileno al cambio climático. 

17:15 - 18:00 horas.  Panel de discusión e intercambio con el Público

La Sociedad Chilena de Ciencias del Mar saluda el despertar ciudadano que ha acontecido en Chile en las últimas semanas, que clama por una sociedad más justa y equitativa, y que le devuelva a todos los ciudadanos, sin distinción, su dignidad. Apoyamos las multitudinarias movilizaciones ciudadanas pacíficas y rechazamos el vandalismo y la violencia, ya sea de ciudadanos o del estado.  

Está en cuestionamiento el modelo de desarrollo basado en la extracción de recursos naturales y el consumismo, que se manifiesta en el ámbito social con un individualismo, segregación, pérdida de dignidad y desigualdades que tensionan la convivencia y han detonado finalmente la crisis social que estamos viviendo como país.  El modelo transforma al ciudadano en un cliente o consumidor, cuyo valor o contribución a la sociedad se mide sólo en valor monetario.  También la educación y academia es vista como industria con “producción” (licenciados, titulados, publicaciones, patentes, etc.), en vez de ser valorada por su contribución para formar ciudadanos cultos, informados y comprometidos con su país y generar y cultivar conocimiento científico y tecnológico al servicio del desarrollo de la cultura y del bienestar humano. Como consecuencia de este modelo de desarrollo también observamos un deterioro ambiental creciente que nos debe preocupar, con zonas de sacrificio, contaminación y recursos naturales sobreexplotados; a nivel global, cambio climático. En el ámbito que compete a las ciencias del mar  este modelo de desarrollo se manifiesta en diversos problemas, como son conflictos en la distribución de los derechos de pesca, con la mayoría de las pesquerías sobreexplotadas o colapsadas, un desarrollo acuícola cuestionado por sus consecuencias ambientales y conflictos crecientes en el uso del borde costero por la presión que ejerce la industria, generación energética, puertos y diversos desarrollos inmobiliarios urbanos y/o turísticos. Chile es esencialmente un largo borde costero, en el cual todo lo que se hace o desecha en tierra, finalmente repercute en el ambiente marino, como es la contaminación de la minería, plantas de procesamiento, celulosas, y otros tipos de actividad industrial, los fertilizantes y pesticidas utilizados en la agricultura, las basuras, particularmente los plásticos, y las aguas servidas de las urbes, donde todo termina en el mar, en el agua, en sus recursos y en sus playas.  

Con el fin de corregir este desarrollo se requiere un nuevo pacto social, plasmado en una nueva constitución, que considere como parte esencial el aporte de las ciencias, en nuestro caso las ciencias del mar, para lograr un desarrollo sustentable.  El desafío es lograr equilibrar los aspectos ambientales, sociales y económicos de nuestro desarrollo como nación, y comprometernos como sus ciudadanos a legarle a las futuras generaciones un ambiente y recursos sanos, con las mismas posibilidades de desarrollo de las que gozamos en el presente.  Celebramos que las  autoridades políticas hayan dado un primer paso, con un acuerdo para trabajar en una nueva constitución. Esto requiere de actores a la altura del desafío para lograr una constitución verdaderamente democrática que instale un modelo de desarrollo que resuelva, repare y a futuro evite todos los problemas señalados. El impulso lo generará una ciudadanía que debe seguir movilizada y comprometida con el desarrollo de su país.  Como Sociedad Chilena de Ciencias del Mar nos ponemos a disposición y nos comprometemos a contribuir con nuestra experiencia, conocimientos e ideas a la redacción de la nueva constitución, buscando generar ahí las bases que fomenten la generación y cultivo del conocimiento científico y tecnológico necesario para sustentar un desarrollo sustentable, justo y equitativo, y luego contribuir lo necesario para revisar la formación científica de las futuras generaciones que lo han de sostener.  Esto implica, entre otros, a repensar a las universidades y su integración real con la sociedad y sus necesidades, con el fin de sustentar la formación de los futuros profesionales y ciudadanos en un ámbito de desarrollo científico y tecnológico vinculado y pertinente.   

Para el efecto llamamos a todos los miembros de nuestra sociedad, como a todos los que se quieran sumar, a organizar y participar de cabildos que promuevan la reflexión respecto a los temas que nos competen, para ir cristalizando las ideas fuerza que deben ser incluidas en la redacción de la nueva constitución.

Chile, 21 de noviembre del 2019.

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